viernes, 21 de septiembre de 2012

“El Cambio Climático es un Mal Mundial del que Nadie está Excluido, no Podremos Esperar a que Otros Tomen las Decisiones que nos Atañen” Elinor

Energía Global Necesario avanzar como individuos, porque no sólo se trata del calentamiento global, sino de la variabilidad climática, eventos meteorológicos extremos, desertificación, pérdida de ecosistemas y pesquerías, así como de la elevación del nivel del mar que provoca la pérdida de zonas costeras e islas “Las alternativas de solución a los efectos del cambio climático no vendrán de los tratados internacionales o de la buena voluntad de las empresas particulares sino de la comprensión de que los individuos podremos hacer la diferencia al adoptar decisiones informadas”. Elinor Ostrom, contundente y controversial, en medio del expectante y respetuoso silencio de un auditorio abarrotado en Ciudad Universitaria, la primera mujer galardonada con un Premio Nobel de Economía, advertía que es necesario seguir avanzando pues mientras los debates se mantienen, la inacción incrementará la gravedad del problema. 
Frente a los peligros que representa el cambio climático ninguna persona puede sentirse excluida de responsabilidad; los ciudadanos tienen un importante papel que cumplir, un protagonismo real que no pretenda soluciones solamente de los gobiernos o de las compañías privadas. Ante este fenómeno no hay una salida única, por el contrario, antes que esperar una gran solución global, debe pensarse en alternativas de múltiples escalas; con la decidida participación de cada persona. “Con el reconocimiento de que, como individuos, podemos hacer la diferencia; si observamos que los acuerdos de Kioto se convirtieron en una derrota en la lucha ambiental”. 
La Premio Nobel de Economía sostuvo que el mundo no puede seguir esperando soluciones globales al cambio climático; “no podemos esperar a que se resuelvan los grandes debates y las distintas posturas, y a que los tomadores de decisiones emprendan las acciones necesarias; tenemos que avanzar como individuos, porque no sólo se trata del calentamiento global, sino de la variabilidad climática, eventos meteorológicos extremos, desertificación, pérdida de ecosistemas y pesquerías, así como la elevación del nivel del mar que provoca la pérdida de zonas costeras e islas; el trabajo en conjunto debe ser prioritario para el desarrollo económico”. Elinor Ostrom enfatizó: “tenemos que trabajar en diferentes escalas y usar abordajes y enfoques múltiples para que no nos encasillemos con las etiquetas y veamos cómo relacionar entre sí estas políticas”; propuso que en materia de cambio climático, si bien hay que presionar a los diferentes niveles de gobierno para que cumplan con su tarea, “la sociedad no puede quedarse con los brazos cruzados; en este sentido, los empresarios tienen que hacer públicas sus políticas para disminuir las emisiones de contaminantes”, sentenció la investigadora ante una audiencia de académicos, investigadores, funcionarios públicos y estudiantes congregados en el Centro Cultural Universitario. 
Apenas un día antes, durante su participación en el Foro Recursos Naturales y Migración, organizado en la Ciudad de México por la CEPAL y la División México Centro América de la Fundación Ford, la ya legendaria académica, única mujer no economista merecedora de un Nobel de Economía, habló sobre la responsabilidad de las corporaciones frente a los recursos naturales, la evolución en el pensamiento sobre las comunidades, sus capacidades para revertir la emisión de gases contaminantes y proteger los ecosistemas, sus procesos de migración y el papel de los jóvenes en la economía. Ostrom afirmó que las pequeñas y medianas empresas deben buscar constantemente la innovación, desarrollar nuevas ideas y trabajar juntas hacia el desarrollo de la economía. Agregó además que las corporaciones deben asumir las responsabilidades que conllevan el uso de los recursos naturales: “Una medida para cambiar el comportamiento de los empresarios a no contaminar es la exigencia de que éstos anuncien sus políticas en esa materia, y así cuando las personas compren productos puedan tomar decisiones informadas y comprar de compañías que están tomando en serio este problema. “Eso implica que nosotros, como ciudadanos, tenemos un papel real que jugar no solamente las compañías privadas o los gobiernos. Necesitamos informarnos nosotros mismos sobre cuáles son las compañías que han empezado a tomar acciones consistentes para reducir sus emisiones de carbono”, señaló. En ese sentido, la catedrática añadió que “si nosotros empezamos a comprar productos de las compañías que han reducido sus emisiones, ese es un mensaje muy importante para valorar nuestras decisiones, así que nosotros tenemos que hacerlo como consumidores”. Tradicionalmente los economistas han considerado que mantener los recursos naturales o económicos comunitarios requiere bien sea de la intervención estatal o del interés privado individual. Ostrom ha estudiado la manera como diversas sociedades han desarrollado formas institucionales al respecto y casos concretos en los cuales las comunidades han instituido prácticas comunales que han permitido la preservación de recursos comunes y han evitado el colapso ecológico. Elinor Ostrom ha desafiado la concepción tradicional de que la propiedad común es mal manejada y concluye que los resultados son, más a menudo, mejores que los predichos por las teorías estándares. Observa que los usuarios de los recursos frecuentemente desarrollan sofisticados mecanismos de decisión y reforzamiento de reglas para manejar conflictos de interés al interior de las comunidades y caracteriza las reglas que promueven resultados positivos”. Los trabajos actuales de Ostrom enfatizan la naturaleza múltiple de la interacción entre humanos y sistemas ecológicos y busca crear un sistema formal general que permita identificar y estudiar los elementos o variables que influyen en la posibilidad de auto-organización por parte de las comunidades en relación al desarrollo de relaciones socio-ecológicas sustentables. Acompañaron a la conferencista en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario José Sarukhán Kermez y Pablo González Casanova, ex rectores de la UNAM; los coordinadores de Investigación Científica y de Humanidades, Carlos Arámburu de la Hoz y Estela Morales Campos, respectivamente y Rosalba Casas Guerrero, directora del Instituto de Investigaciones Sociales. Encabezados todos ellos por el Rector José Narro Robles, quien al hacer la presentación de la investigadora, destacó que en el 2010 la revista Utne Reader la incluyó como uno de los “25 visionarios que están cambiando nuestro mundo” y en el 2012 la revista Time la consideró como una de las personas más influyentes del mundo. Considerada como la investigadora académica más importante en el campo de los recursos comunales (compartidos) en particular, respecto a cómo los seres humanos interactúan a fin de mantener a largo plazo los niveles de producción de recursos comunes, tales como bosques y recursos hidrológicos, incluyendo pesca y sistemas de irrigación, Elinor Ostrom, quien destaca por sus estudios sobre la acción colectiva, la evolución de instituciones y su supervivencia a largo plazo, indicó que hay una visión que plantea que si no hay acción colectiva, los individuos y gobiernos continuarán con el uso excesivo de energía; eso también lleva a muchos a recomendar acciones mundiales como las únicas posibles para evitar el dispendio. No obstante, la catedrática planteó que: “ya hemos demostrado, y en México hay muchos ejemplos, que la teoría de la no cooperación – planteada como universal– es incorrecta. Hay comunidades pequeñas, indígenas, que han sabido conservar sus bosques y recursos hidrológicos”. La autora ha sido galardonada por sus teorías sobre la gestión de la propiedad pública, desafiando la creencia convencional de que la propiedad común es gestionada de manera ineficiente y debería ser necesariamente regulada por las autoridades centrales o simplemente privatizada para buscar la eficacia a través de sistemas gerenciales. La teoría económica convencional cae en muchas ocasiones en un cierto simplismo al no reconocer la riqueza y complejidad de los fenómenos sociales tal y como se dan en la realidad. “La teoría convencional no es del todo cierta: si los usuarios de un recurso común perciben que tienen capacidad de decisión real, se comprometen y tienden a vigilar más. Se requiere transformar los supuestos sobre la teoría tradicional y la escala de la acción necesaria, que no debe ser forzosamente global. Necesitamos, sugirió, basarnos en la teoría de la conducta social humana, donde los individuos no siempre buscan sólo sus propios beneficios de corto plazo, porque mucha gente los hace en el largo, y no sólo para ella misma, sino considerando las necesidades y posibilidades de otros. “Desde los vecindarios y hasta escalas mayores, debe llevarse a cabo la reducción de emisiones contaminantes; si lo hacemos, será más fácil replicarlo para otros. Hay que trabajar a nivel de las familias, empresas, comunidades. Hoy más de 70 por ciento de toda la electricidad que se genera en Estados Unidos se consume para calentar, enfriar e iluminar edificios, prosiguió, y 20 por ciento de ella, podría ser ahorrada si se corrigieran fallas simples, como el mal funcionamiento o defectos de diseño”. La autora sugiere construir soluciones alternativas a las planteadas por los teóricos del Estado o de la privatización para resolver los problemas que enfrentan aquellos que aprovechan recursos de uso común (bienes comunitarios). Propone un sistema que haga posible contratos vinculantes entre todos los jugadores que los obligue a cumplir irrestrictamente con los acuerdos iniciales que establecen las estrategias de cooperación establecidas al interior de las pequeñas organizaciones.

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