martes, 25 de septiembre de 2012

Fraude catastrofista contra los despegues productivos independientes - III

Mientras el Hegemonismo causa morbidez deliberada en el agua a fin de alcanzar “la armonía entre las Tasas de Mortalidad y Natalidad”, que ha de permitirle proseguir con su sistema salvaje “en concordancia a los techos de demografía”; mientras el Hegemonismo corrompe la comida, diseca químicamente terrenos y campos; mientras sus bombas de uranio irradian y mutan nefastamente a un Pueblo tras otro en Irak, Yugoslavia, Afganistán, Libia..., el propio Hegemonismo nos conciencia del “Cambio Climático” y de “nuestra culpa, sucia, grandísima culpa”.
 El Hegemonismo esconde a la Muerte -se esconde a sí mismo- tras espectaculares ropajes fluorescentes. Estrambóticos ropajes que nos imploran por la pureza atmosférica y contra un fantasmagórico “calentamiento global” (pues es contextual) aposentados desde esas Dependencias e Instancias que convierten la Tierra en infierno. Ellos -nuestros asesinos- nos “alertan” respecto de nosotros mismos, pero en este punto se hace interesante recordar la respuesta que Mao diera al “pragmatismo” ideológico de control de natalidad: “Toda persona nace sobre la tierra con un estómago y dos manos para alimentarlo. ¿Dónde puede residir, entonces, el problema?”. 
Por supuesto, el problema reside en un sistema voraz de ordenación imperialista mundial en guerra abierta con la vida a fin de reproducirse a sí mismo y al modo específico de “vida” social reproducida consigo mismo (“vida” social alienada de lo que pudiera ser cubrir necesidades a través de su propia actividad objetiva consciente). Por lo demás, es prioritario que la biliosa maquinaria de culpa funcione proyectándose “hacia afuera”, enemistando a las ciudadanías brasileñas, rusas, sudafricanas, ecuatorianas, bolivianas, chinas o indias con “la gris proliferación industrial” y sus apocalípticas calamidades. 
Y tanto más si los “pérfidos fabricantes” no cumplen “con la Legalidad internacional” en materia de filtros y vertidos. O de eso acusa por lo menos el Hegemonismo en sus “informes”, enmascarados con el fragante “más allá del Bien y del Mal” al que aún huele para tantos el sello de “la ONU” o del “tejido civil nogubernamental”. Con apremio se pone, la ingeniería social, a buscar sembrar en esas latitudes una “juventud de sensibilidad ecológica” aquejada, en su sentido de la estética, de la fealdad fabril, y siempre dispuesta a marchar o a ocupar plantas “to save the Planet”. Preservar la virginidad del “Amazing Planet” parece ser “lo obvio” pensando en “el no-occidente”, aunque tal pureza prístina aparezca recorrida y rebozada por cementerios millonarios de tugurios de miseria. Ya nos lo rezan claro los variopintos marcos “teóricos” particularistas dentro de la “Ciencia Social” -Antropología, Sociología, Ciencias Medioambientales, Ciencias Políticas...- dominante en postmodernidad: la tecnología, técnica, inversión en innovación, los humos, las fábricas, la producción masiva, el “consumo”..., son feo distintivo “de occidente”, contra cuyo mimetismo mundial galopante ha de luchar todo buen ser humano respetuoso de “la multi-diversidad” (en común dependencia y miseria con raíz compartida de in-producción material). ¡Y a “conservar la diferencia cultural”!, salvo, claro está, si el tramo productivo fabril, la mina o el yacimiento que aprisiona a “la alteridad” es de propiedad y Capital occidentales. En ese caso último basta con derramar lágrimas de cocodrilo ante la fatal imbatibilidad del “crecimiento expansivo”, y conformarse con que al menos tanto prosaísmo exportado sea en aras del Progreso: coordenada donde los denostados “consumo” y “mentalidad de consumo” se vuelven “relativo acceso a bienes y a cuotas de Bienestar”. Las cartas de la discordia científica Recientemente, parte de la “comunidad” científica amanecía indignada por lo que varios científicos consideran fraude premeditado tras “estudios”, datos e indicadores alusivos al “gran y fatal cambio”. Esta indignación se revelaba en mails e intercambio de cartas formando parte de “cables” -o leakscelosamente guardaditos, en nombre del secreto profesional, por los Padrinos promotores del “mundo académico y de la investigación”, pero que han llegado a ser objeto de filtro y así de trascendencia “pública”.

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